No debemos perder de vista la
real dimensión de nuestra realidad, somos miserablemente pequeños en la
INMENSIDAD COSMICA; por favor, dejemos esos aires de grandeza que de pronto
se nos vienen a la cabeza y sentémonos a agradecer cada segundo de vida que nos
regalan a diario, ocupémonos de cosas que realmente tienen valor, amar,
aceptar, dar, crecer espiritualmente, soñar, encontrar la paz,... es tan
simple, que no lo hacemos porque estamos acostumbrados a desconfiar, dudar. Vuélvanse niños, vulnerables y con esa
capacidad de asombro que perdemos a diario, sonrían sin preguntarse por que,
sin cuestionarlo, simplemente porque una sonrisa alegra a todo aquel que la
recibe, disfruta al comer, al beber, acaricia, abraza, nútrete de energía
positiva, y sobretodo cada noche y cada despertar no te canses de agradecer, y
no mates la hormiga que se te cruza, pues tú también eres tan insignificante
como ella.
Es tiempo de contemplación, desde la meseta de mis años observo la llanura de mi pasado y el pasto es verde, frondoso. Entonces abro las alas de mi espíritu y planeo de vez en cuando, y me elevo a cada instante buscando la plenitud de mi vida.
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