¿Cuanto vale un minuto de tu vida?

Sí la pregunta fuera dirigida a un ingeniero comercial, un abogado, un médico, la respuesta brotaría con facilidad de sus labios, pero no dudo que se quedarían mudos si enseguida les dijera que no me refiero al honorarios de sus profesiones sino a uno más importante, al valor que tienen como personas. En éste mundo que se mueve entre valores, metas, ganancias, capitales y demás, yo me pregunto si se puede cuantificar un minuto de nuestras vidas… ¿acaso podemos valorar una hora de siesta, de ocio, de compartir con un amigo, el tiempo de desvelo al estar cuidando a un hijo enfermo, de dejarse llevar por una canción o un sueño, el tiempo que le dedicamos a un buen libro, o a la simple contemplación, a una buena conversación, al deleite de ver una película en el cine, o en el televisor del living en familia, al paseo con tu perro al anochecer, a la dicha de un partido en el estadio viendo a tu equipo favorito, al presenciar el nacimiento de un hijo, acompañar la despedida de un ser querido, o disfrutar hacer el amor?En todos ellos “ponemos tiempo”, pero es un tiempo diferente, uno que nace del corazón, que no conoce de números, de cumplimientos, de normas, de cláusulas, de riesgos de inversión y demás, es un tiempo que estamos dispuestos simplemente a dar porque nos emana de lo más profundo de nuestro ser, es un tiempo que no tiene medida, que se entrega sin pedir nada a cambio, que nunca se “pierde”. Los únicos que pierden son esos seres egoístas que viven tratando siempre de obtener algo en cada minuto que invierten, no sabiendo que mientras más lo hacen, más grande son las pérdidas, porque van perdiendo esa esencia que nos hace mágicos, van malgastando esos minutos que realmente valen la pena y que tienen una valía enorme, pero no en el mercado de valores, sino en la vida plena, porque son minutos que se te devuelven, con un abrazo fraterno, un estoy contigo, un me importas de verdad, un grito de mamá o papá que brota de esa boca diminuta de un hijo (pero que suena como la sinfonía más magnánima nunca antes escrita) un gracias por llamar, por escucharme, por estar ahí, y entonces sólo entonces, sientes que la vida es un enorme regalo. ¿Y tú? puedes contestarme “¿Cuánto vale un minuto de tu vida?” **********

¡Gracias a la adversidad!

No creas que éste sea el título de una alabanza masoquista o algo parecido, todo lo contrario. Cuando todo parece que se te viene encima, cuando las fuerzas no te dan, cuando la presión en el pecho pareciera que te hará estallar, cuando sientes que el fracaso es inminente, y sueles decirte a ti mismo ¡No doy más! sólo entonces debes entender que la lucha a comenzado realmente para ti en ese preciso instante, porque después de eso, sólo tienes dos caminos a seguir, o bajar los brazos y dejar que las cosas sucedan siendo simplemente un testigo de tus circunstancias, o bien seguir dando la pelea, sabiendo que la victoria está a la vuelta de la esquina, sencillamente tienes que levantarte para seguir peleando, porque lo que no te mata, créeme ¡Te hace más fuerte! Si estás pasando por el peor momento de tu vida, sonríe y agradécelo, pues lo que viene siempre va a ser mejor. Si tocaste fondo en tu dignidad o en tu orgullo, estás justo en el punto de partida para rehacerte, para recoger los fragmentos de tu ser necesarios para pararte nuevamente. Aún esa persona que en algún momento te pisoteo, o abusó de ti, o se aprovechó del poder para humillarte como ser humano, como trabajador, o pareja, en fin en la circunstancia que sea, créeme que después de ese segundo en que tomaste conciencia y dijiste ¡No más! empezará a perder su poder, es como si dentro de ti creciera una semilla de criptonita que lo irá debilitando y te hará cada día más poderoso, y nada de lo que diga o haga, o de las circunstancias a que te exponga logrará nunca más doblegarte, porque fuiste lo suficientemente fuerte para soportar, lo suficientemente valiente para no dejarte derrotar aún en esos instantes donde todo tu ser estaba totalmente debilitado y seguiste dando la pelea, revelándote en silencio, esperando ese momento. Por eso cuando sientes que eres lo más miserable de éste mundo, lo más desgraciado, lo más desastroso, es cuando ese momento llega, entonces, sólo entonces debes dejar de escuchar a tu mente (tu eterna traicionera) y comenzar a trabajar con tu mejor aliado, el corazón, sólo él te dará el norte y te iluminará en la oscuridad de tu vida. En los momentos de más angustia refúgiate en tu corazón y deja que él te guíe, nunca se equivoca, es como un padre o madre, sólo quiere tu bien. Y recuerda aún en ese momento de amargura, no te olvides de sonreír, pues lo bueno viene en camino. ***********

La Tigresa y el hombre

  Se internó en la caverna del cerro buscando refugio, sin sospechar lo que le traería el destino. Llevaba dos días sin comer, el agua de la...