Abismo


A la orilla del abismo el padre inquirió - ¿No estás de acuerdo?, pues entonces, tendrá que ser a mi modo y lo empujó. Padre e hijo cayeron, como enormes piedras lanzadas al vacío. Apenas unos segundos, sintió la angustia de su equivocación, aquel no merecía tal suerte. ¡Esto es una pesadilla! se decía, al tiempo que continuaba cayendo; manoteaba intentando detener la sensación de terror; caía más y más rápido. El abismo totalmente oscuro se había tragado a su hijo. Apenas podía escuchar sus gritos, aullidos desgarradores que despedazaban su alma. Pidió perdón a bramidos, se encomendó a Dios, incluso al mismísimo diablo, todo con tal de que éste se salvara. Trato de excusarse, diciéndose que aquello no era vida, dieciocho años postrados en una silla de ruedas; su muchacho no lo merecía. La incertidumbre de ya no escuchar ni siquiera sus gritos, y el recuerdo de su rostro bañado de pavor antes de arrojarlo; le perforaban el pecho y un llanto con hedor a espanto se le coló por las napias, produciéndole arcadas. De pronto, sintió voces del más allá- está volviendo doctor .Era la voz de su mujer, sí la inconfundible voz de su mujer, ese tono piadoso, que le acompañaba en todo momento difícil. Eso era, estaba soñando. Sara, despiértame por favor, gritaba. Le sujetaban de los brazos. Una era su mujer, ¿quien estaba con ella?, Lucas, ¿su hijo? Que bien, estaba soñando y ellos trataban de despertarle. Despiértenme se los pido por favor, clamaba.

La caída se detuvo violentamente; el abismo se abrió, y apareció una luz brillante. Se tapó los ojos, no podía ver; la luminosidad le cegaba. En eso, escuchó - Papá, ¿Por qué lo hiciste? Se refregó los ojos y pudo ver el cuerpo destrozado de su hijo entre el roquerío. La clavícula asomaba entre la carne abierta y la camisa bañada de sangre, lo mismo que su pierna izquierda totalmente torcida, dejando a la vista el fémur. La escena era espantosa, podía ver el cuerpo de su hijo deshecho, pero aún con vida. Una espuma oscura, mezclada con sangre y saliva le brotaban de su boca. Quiso acercarse y tomarle en sus brazos, pero sus piernas estaban inmóviles. No podía avanzar, por más que lo deseaba.

Las voces volvieron a escucharse. La mujer preguntaba, ¿se va a salvar doctor?, al menos él. Perderlos a los dos no lo soportaría. Es poco probable señora, no se olvide que fueron prácticamente arrollados por el bus. Por suerte su hijo falleció en el lugar. Si su esposo vive, quedará vegetal. Está mintiendo Sara, sólo estoy inconsciente, no tengo nada, amor, sólo debes despertarme Sara, Sara, le gritaba sin que ella pudiera escucharle. Sintió que la abrazaba y le susurraba todo va estar bien.

La enfermera se acercó a la mujer y le tomó de los hombros tiernamente, entonces dijo, debe resignarse. Venga afuera le espera su hija, debe darle la noticia. La vio salir, mientras él se incorporó y salió detrás de ella, quería sorprenderla. Un aire helado recorrió su espalda, se giró y vio la cruda realidad. Su cuerpo yacía en la cama del hospital sin vida.

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La Tigresa y el hombre

  Se internó en la caverna del cerro buscando refugio, sin sospechar lo que le traería el destino. Llevaba dos días sin comer, el agua de la...